Recuerdame lo estupida que fui

Recuérdame lo Estúpida

Se siente tan bien…

Quiero decir, estar tan ebria que no puedas ni sentir tus manos, tan ebria que no puedas sentir tus pies, tan ebria como para no recordar nada…

Por desgracia mía, no estoy lo suficientemente ebria como para olvidar lo que paso…

Lloro y sigo bebiendo en ese bar que no está muy lejos del hospital, sigo tarareando la misma canción, mi celular tiene muchos mensajes de voz, llamadas perdidas y mensajes de texto, todos de la misma persona, de, la misma persona a la que tengo miedo de encarar…

Mis ojos me pesan, apenas escucho los consejos del dueño del bar, Hmp, no tengo ganas de sermones y menos de un viejo pervertido.

- Señorita no eche a perder su vida, una mujer tan bella como usted – suspira el dueño del bar intentando quitarme la botella.

- Deje de darme sermones – susurro y no dejo que se la lleve – sé lo que hago…

- Pues no lo parece – dice devolviéndome la botella – al final haga lo que quiera, solo que si después quieres llorar en un hombro yo estoy disponible – dice con una sonrisa picara y dándome una servilleta con su numero

- Hmp, seguro… - tomo el papel y lo rompo a la mitad – ¿quieres el mío? – digo en tono de burla y de soberbia

- He he no gracias – dice riéndose y alejándose lentamente

- Hmp, eso creí…   - saco mi teléfono celular para  ver la hora ((12.30pm)) – a un es temprano – suspiro y bebo otra copa – pero, no puedo ni pararme será mejor que me valla ahora – llamo al dueño del bar y le pago. Intento levantarme pero mis piernas están dormidas.

- Oye, ¿no quieres que te lleve a tu casa? – dice riéndose de mi situación

- Hmp, no quiero ayuda y menos de un tipo como usted – sigo caminando, o intentándolo y llego con dificultad a la puerta del bar.

Me recargo en la puerta y espero a que un taxi llegue.

- Mira a esa chica, pobrecilla y ¿si la ayudamos?– dice una pelirroja que está dentro del bar, volteo a verla y al parecer esta platicando con alguien más – creo que me escucho…

- No creo que quiera ayuda – dice… bueno la verdad trataba de olvidarlo per que va, de él no voy a huir.

- ¡Y menos tú ayuda Isumaru! – digo molesta y con lagrimas en los ojos

- Hmp, te lo dije – dice bebiendo y levantándose de la mesa

- Que acaso ¿ustedes se conocen? – dice algo confundida e igual se levanta de la mesa para ayudarme

- Conocernos, Hmp, por desgracia, aunque me hubiera gustado nunca conocerlo
–digo con un tono algo alto.

- Ya va, ¿fueron novios o algo por el estilo? – dice en tono de burla

- ¡Claro que no! Ni loca seria su novia – digo sonrojada y mordiéndome mi labio

- Hahaha – me abraza y me susurra al oído, lo cual hace que la pelirroja se moleste un poco – ¿entonces por qué te sonrojas?

- Hmp – desvió la cara y me separo – es por el alcohol…

- Como digas – dice sonriendo – y dime como esta tu novio Kizuke… - dice algo serio, lo cual hace que me hierva la sangre

- A ti no te importa – respondo rápido y seria

- ¿Kizuke ah? Qué casualidad es el nombre de mi hermano – dice riéndose, sus palabras me dejan helada.

- … espera…  t-tú te llamas Kira… - digo tartamudeando

- Ah sí – sonríe- ¿no me digas que tu eres Freya? ¿La novia de mi hermano? – me dice mirándome de pies a cabeza, algo incomodo por que, bueno la situación de hecho ya lo era, además estaba hecha un desastre.

- … - igual que yo se quedo perplejo por lo pequeño que es el mundo, el estaba ligando con la hermana, de la amiga que había violado la noche anterior – Kira yo me retiro – dice algo serio y sale del bar, no quería quedarme para escuchar lo que fuera que me diría la hermana de mi novio, a si que, yo también escape, hacia la misma dirección que Isumaru.

- Qué rayos… - dice algo confundida la pelirroja

La lluvia se hiso presente, corrí lo mas que pude con los ojos cerrados, cruce calles, avenidas, multitudes y coches, escuche sus insultos pero no me importaba solo quería huir, aun con mis ojos cerrados sabia hacia donde correr, quería llegar a mi casa, pero, mis sentidos, que paso con ellos, me desvié del camino y llegue a otra dirección, tal ves di la orden algo equivocada a mi cerebro, le dije a mi casa, no, a la cual sería mi futura casa.

- Fre-ya – dice Kizuke sentado en las escaleras del pórtico de su departamento

- Kizuke… - digo con la mirada baja

- ¡Freya! – baja rápido y me abraza, sin importarle mi estado – ¿donde te habías metido? Me has preocupado…

- … yo… yo – lo abrazo con fuerza y me desplomo en el piso, me desmaye por las emociones que se encontraron.